POR JOSÉ LUIS SÁEZ

El actual momento del deporte español, inevitablemente ligado a la
coyuntura global, exige una profunda reflexión, que revise el modelo de
gestión y apunte a una nueva visión general. Se trata de una oportunidad
para dar al deporte una nueva dimensión.
No es cuestión simplemente de leyes. Se habla, y mucho, de la Ley de Mecenazgo; pero sería sólo un instrumento: lo verdaderamente importante es saber manejarlo. Y ésta debe ser la clave de nuestro futuro inmediato: la capacidad de gestión.
El deporte necesita una nueva visión porque hay que entender que su lugar en la sociedad actual va mucho más allá de las canchas y de la competición, sea profesional o no. El deporte hoy en día es una actividad global, de la máxima relevancia social y con una incidencia directa en ámbitos como la salud y la educación, de cuya importancia nos dan cuenta los excelentes resultados que cada temporada nos ofrecen nuestros programas de la Fundación FEB 2014. También el deporte no profesional, desde las pruebas populares de atletismo y ciclismo hasta las competiciones de ocio que se han multiplicado en todas nuestras ciudades, debe formar parte de esa nueva visión: la del deporte como herramienta de transformación social.
Una visión verdaderamente global del deporte tiene que contemplar desde las competiciones de elite nacionales e internacionales (banderas de la Marca España) hasta los campeonatos de formación (en los que colaboramos en labrar el futuro de nuestros jóvenes), las actividades lúdicas y de promoción (que son también instrumentos de integración) y programas de cooperación con los que también nos ganamos el respeto internacional. Todo ello es, además de deporte, un complemento extraordinario de las competencias y objetivos de todas las administraciones públicas del país. En definitiva: una inversión, no un gasto.
De modo que esa capilaridad es uno de los grandes valores de nuestro deporte, una de las condiciones sobre las cuales es posible empezar a reconstruir su modelo de gestión, adecuando y modernizando sus estructuras, para reconvertirlo también en un eficaz instrumento de obtención de nuevas vías de financiación.
En la FEB tenemos claro que éste es el único camino posible, y por supuesto estamos dispuestos a recorrerlo de la mano de todo el deporte español. Es el momento de otros planteamientos, pero no a partir de debates coyunturales como el preocupante recorte de las subvenciones –y mucho menos aún sobre quién las reparte- sino de un análisis global del presente y sobre todo del futuro. En definitiva, de una nueva visión.
No es cuestión simplemente de leyes. Se habla, y mucho, de la Ley de Mecenazgo; pero sería sólo un instrumento: lo verdaderamente importante es saber manejarlo. Y ésta debe ser la clave de nuestro futuro inmediato: la capacidad de gestión.
El deporte necesita una nueva visión porque hay que entender que su lugar en la sociedad actual va mucho más allá de las canchas y de la competición, sea profesional o no. El deporte hoy en día es una actividad global, de la máxima relevancia social y con una incidencia directa en ámbitos como la salud y la educación, de cuya importancia nos dan cuenta los excelentes resultados que cada temporada nos ofrecen nuestros programas de la Fundación FEB 2014. También el deporte no profesional, desde las pruebas populares de atletismo y ciclismo hasta las competiciones de ocio que se han multiplicado en todas nuestras ciudades, debe formar parte de esa nueva visión: la del deporte como herramienta de transformación social.
Una visión verdaderamente global del deporte tiene que contemplar desde las competiciones de elite nacionales e internacionales (banderas de la Marca España) hasta los campeonatos de formación (en los que colaboramos en labrar el futuro de nuestros jóvenes), las actividades lúdicas y de promoción (que son también instrumentos de integración) y programas de cooperación con los que también nos ganamos el respeto internacional. Todo ello es, además de deporte, un complemento extraordinario de las competencias y objetivos de todas las administraciones públicas del país. En definitiva: una inversión, no un gasto.
De modo que esa capilaridad es uno de los grandes valores de nuestro deporte, una de las condiciones sobre las cuales es posible empezar a reconstruir su modelo de gestión, adecuando y modernizando sus estructuras, para reconvertirlo también en un eficaz instrumento de obtención de nuevas vías de financiación.
En la FEB tenemos claro que éste es el único camino posible, y por supuesto estamos dispuestos a recorrerlo de la mano de todo el deporte español. Es el momento de otros planteamientos, pero no a partir de debates coyunturales como el preocupante recorte de las subvenciones –y mucho menos aún sobre quién las reparte- sino de un análisis global del presente y sobre todo del futuro. En definitiva, de una nueva visión.
feb.es
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